Ayer fui al cine con mi mejor amiga a ver "Alicia en el país de las maravillas" de Tim Burton. Me encantó, y esta mañana me hizo recordar que yo también tuve un país de las maravillas.
Cuando era pequeña nuestro de juegos (el mío y de mi hermana, y de nuestras amigas cuando venían) estaba fuera de casa. Lo llamábamos "la escuelita", porque durante un tiempo en esa habitación mi madre dio clases particulares. Pues bien, lo que recordé esta mañana es que cuando salía de ese cuarto (normalmente ya de noche, porque pasábamos muchas horas allí) y le daba al interruptor para apagar la luz era como si mentalmente me despidiera de ese país de las maravillas, donde mi imaginación no tenía límites y hacía lo que realmente quería, era realmente feliz.
La película me gustó porque Alicia vuelve con 20 años a ese país, justo en el momento en que le hacen una pregunta que puede cambiar el rumbo de su vida. Alicia no es capaz de contestar sin volver a ese momento (o lugar) en que era libre y no hacía lo que se esperaba de ella sino lo que realmente quería. Me ha gustado porque además demuestra que los imposibles, si queremos, se pueden hacer realidad. Estamos acostumbrados a decir "esto es imposible" con mucha facilidad, cuando eramos niños todo era posible por eso lo intentábamos y muchas veces lo conseguíamos.
Por cierto, tengo que dar las gracias a Miriam por descubrirme a través de su blog Imaginism, tiene unos dibujos fantásticos. De estos he escogido la Alicia que ahora esta asociada a mi perfil y la ilustración de esta entrada.
Por cierto, tengo que dar las gracias a Miriam por descubrirme a través de su blog Imaginism, tiene unos dibujos fantásticos. De estos he escogido la Alicia que ahora esta asociada a mi perfil y la ilustración de esta entrada.
