Hace mucho que no hago una entrada por lo que estoy un poco desentrenada, pero creo que la ocasión merece la pena. Desde hace un mes acudo semanalmente a un curso de muñecas de trapo. Es una afición que sabía que tenía pero que nunca me había atrevido a perfeccionar, y estoy muy contenta de haber dado el paso.
La historia comenzó en Navidad, cuando mi actual profesora hizo una exposición en mi pueblo natal de su colección de muñecas. La exposición tenía un valor mayor del que se podía esperar, porque no eran muñecas que hubiera ido recopilando en sus viajes o adquiridas de diversas formas, eran muñecas hechas por ella misma. Elaboradas con mucho cariño (el tiempo que requiere hacer una muñeca con la perfección que ella las hace implica ponerle mucho amor a lo que haces), investigación (las muñecas eran de distinto tipo y con modelos recopilados de diversas partes del mundo) e innovación (a modelos tradicionales se incorporaban variaciones de su propia cosecha que hacen que la muñeca sea única).
Pues bien esta exposición hizo que me entrara el gusanillo y después de terminar un curso de pintura empecé con este. Esta tarde, en el curso, Miriam me comentó que acababa de crear su blog y no sabéis lo bonito que es y promete mejorar porque aún esta aprendiendo.
Como muestra de lo que podemos hacer con nuestras manitas, imaginación y cariño, aquí tenéis una de mis muñecas favoritas que espero poder llegar a hacer algún día.
